Perdidos en Beijing
Ninguno de los dos se acordaba el horario de llegada del tren. Fue tan difícil comprar los boletos (ya que nadie hablaba inglés en la estaciones y tuvimos que hacernos a entender a fuerza de dibujos y señas) que el horario de llegada era lo de menos.
Supusimos que sería a las 19 cuándo empezamos a ver las primeras luces y edificios. Pero no, estamos en China y ver luces y edificios es parte del paisaje rural. Desde ese momento pasó casi una hora y media hasta que llegamos a la estación, pero dejamos de ver luces ya que el tren se metió en un túnel y ya no pudimos ver nada más. Los chinos aprovechan hasta el más mínimo metro cuadrado y el espacio que ocupan unas vías de tren podrían dar lugar a centenas de departamentos. Razón por la cual movieron el tren a un nivel subterráneo.
A las 20:30 llegamos. El altoparlante anuncia que llegamos a la estación central de Beijing. Y ahí comenzó nuestra odisea china. Teníamos que cruzar una de las ciudades más populosas y extensas del mundo. Debíamos llegar al otro extremo de la ciudad sin mapa, sin hablar chino y con un papel que tenia ciertos caracteres (confiábamos que sería la dirección).
En cualquier parte del mundo podría ser más fácil. Uno muestra la dirección y a la buena voluntad de alguien nos explica como ir. Pero acá no. Los chinos son impenetrables. Cuesta acceder a ellos y el idioma no es el único obstáculo. Muchos no hablan inglés y los que hablan son extremadamente tímidos. Es muy común que cada vez que nos acercamos, algún chino huye despavorido. El que no logró huir se tapa la cara y dice sucesivamente “no, no, no”. No nos dan oportunidad ni de mostrar el papelito que tenemos. Luego de la negativa meten la nariz en sus teléfonos (que son extremadamente grandes) y ahí seguimos nosotros.
Cada estación de subte tiene 4 salidas y si uno toma la salida equivocada puede tener que caminar hasta 400 metros de más. Necesitamos que alguno de los millones de chinos nos de una mano, pero no. Nos acercamos con nuestro papelito y ellos se van corriendo escupiendo mocos y escupitajos, costumbre que no puede falta en ninguna ciudad china. En ese aspecto, nos recuerda a India ¿Qué les podemos estar preguntando para que huyan así? ¿El valor de pi expresado con 7 decimales? No, sólo un dirección.
Después nos dimos cuenta de algo, que los chinos no se ubican ni en sus casas. Tienen un templo gigante en frente y no lo reconocen. Igualmente nos cuesta comprenderlos. Tienen actitudes egoístas, como si fuera una gran sociedad con millones de hijos únicos. Pero no es culpa de ellos.
Un párrafo de contextualización histórica. En 1949 se produce la Revolución China con Mao a la cabeza. Empezó un gobierno comunista con algunas diferencias al soviético. Es una época llena de contrastes. Mao sacó de la pobreza a miles de campesinos chinos, pero también los aleccionó. El primer intento fue el movimiento de las cien flores, donde se promovía la opinión de los intelectuales de cómo China debía ser gobernada. Fue un fracaso. A Mao no le gustó y puso preso a aquel que criticó su poder. El segundo y más sanguinario fue la Revolución Cultural. Persiguió a todos aquel que sea “partidario del camino capitalista”: aquel que consuma artículos extranjeros (como literatura o arte) o incluso a aquel que hable alguna lengua foránea. Los buscó, los persiguió y los condenó a trabajos forzados y a humillaciones públicas. Después de Mao hubo una apertura del mercado, pero no así de la política. En la década del 80 hubo manifestaciones intelectuales, obreras y estudiantiles en busca de una real democracia, pero fueron fuertemente reprimidos y señalados. Les enseñaron a no quejarse, a no tener una actitud crítica, a no tener imaginación. Y eso hoy se sigue viendo.
Los chinos son robots asiáticos y Beijing es la ciudad dónde todo esto se exacerba. Tecnología por doquier, shoppings y centros comerciales por doquier, y chinos por doquier. Son demasiados. Pero curiosamente en Beijing coinciden rascacielos altos con enormes jardines de árboles y templos budistas. Palacios de la época de las dinastías, una ciudad prohibida y un gran lago que le devuelve a uno la paz que pierde al caminar por las calles.
Beijing, como toda China, roza lo absurdo a cada instante. Cruzar una calle puede ser aún más difícil que preguntar una dirección. Nos pasó cuándo quisimos visitar el mausoleo de Mao (extrañamente volvieron a rendirle honores hace unos pocos años atrás luego de haberlo acusado de haber sido un gran mal en China). Para ir al mausoleo hay que cruzar la Plaza de Tian’anmen. Hay decenas de calles y túneles subterráneos que desembocan ahí, pero no. Los chinos cierran las calles y ponen controles y barricadas policiales por todos lados. Para alcanzar la plaza tuvimos que caminar tres kilómetros de desvío y no estamos exagerando.
China es un desafío constante. Un ejercicio de paciencia. Uno debe aprender a convivir con todo los sonidos que un chino puede realizar, tiene que convivir con los olores y con la torpeza de una sociedad que no está preparada para pensar sino para consumir. Y eso es duro. Cuesta creer como tantas años de desarrollos e inventos ahora queda reducido en unas pocas y políticas manos. Los chinos inventaron el papel higiénico, la imprenta, la ballesta, el paraguas, el sismógrafo, la pintura fosforescente, el reloj mecánico, la porcelana, el papel, la brújula y el acero pero parecería que estamos ante dos sociedades completamente distintas.
Los jóvenes de Beijing son la antítesis de esa China ingeniosa que cultiva y cosecha su propia arroz. Y nosotros seguimos queriendo saber que opinan de la revolución cultural pero la mayoría nos responden que no saben. Exacto, no saben que opinan sobre un tema. Sólo un tipo de 60 años nos dijo algo distinto: “Se que opino pero no puedo decirlo”. Beijing es un desatino.
Info útil
* En Beijing nos alojamos en Beijing Heyuan International Youth Hostel. Algo así como un hostel con un gran patio con decoración China en el medio de un Hutong (calles angostas y coloridas). Se los recomendamos!
Hola, me gustaría saber exactamente por qué lo de «desatino»
Gracias!
Hola Sol,
Hablamos de desatino en el sentido de la locura que supone estar en una ciudad como Beijing. También está en concordancia con nuestra sensación acerca de los chinos y su modo de habitar su país. Desatino supone una falta de acierto. Algo de eso nos pareció encontrar en la capital china.
Pero claro, todo esto es subjetivo. Ahí radica la gracia de la escritura.
Saludos!
¡Hola Lucas y Ludmila! El otro día estuve leyendo no sé cuántas de vuestras entradas sobre China, y me han encantado todas 🙂 El motivo es vuestra manera de escribir, con ese humor sutil e irónico, y sobre todo vuestra sinceridad. Este post en concreto me ha hecho muchísima gracia 🙂
Aparte, estoy de acuerdo con vuestra manera de ver a los chinos, aunque puede que a algunos les choque, no sé. Pero sí, yo viví allí 3 años, y a menudo sentí que actuaban en masa sin pensar mucho en el porqué de sus acciones.. Y el desconocimiento de la historia de su propio país es así, desgraciadamente.. Supongo que es debido a la educación y al entorno familiar; allí lo más importante es hacer dinero, no hablar de política.
Por cierto, ¡me gustó mucho vuestro artículo sobre China en Otro Mapa!
¡Un saludo a los dos, disfrutad de Barcelona!
Hola Isabel!
Gracias por las palabras lindas. Las dos veces que visitamos China salimos cansados, agotados, con ganas de irnos. Pero hay a 9 meses de que lo dejamos atrás debemos confesar que un poco se los extraña, aunque el dinero los obnubile.
Vos que viviste 3 años ahí seguramente tengas muchísimas experiencias para contar.
Abrazo grande!
Hola, he leído varias entradas de su blog y aportan información muy util para algunos lugares, muchas gracias.
Debo comentarles eso si que en mi opinion su forma de escribir la encuentro bastante soberbia y petulante. Los ciudadanos de otras partes del mundo han crecido en otras realidades, con otras oportunidades y en contextos históricos distintos.
Viajar es para conocer esas realidades, no para criticarlas en mi opinion. El ser humano ha debido adaptarse a lo largo de miles de años a constantes guerras, invasiones, revoluciones, masacres, hambrunas, etc… Pensar que todos deben ser igual de cultos, auténticos y cosmopolitas como ustedes aparentan ser en su blog es una ridicules. La gran mayoría de las personas del mundo no ha salido de su país, algunos ni de su localidad. Esperar que tengan una vision y comportamiento como el que ustedes al parecer exigen de los ciudadanos de cada rincón del mundo es una fantasia. Algo que se contradice mucho con lo que escribieron en la sección «nosotros» de su blog.
En todo caso, cada uno puede escribir lo que se le antoje en internet, para eso esta, por lo mismo te doy mi opinion respecto a tu blog.
Hola Patricio!
La entrada a China para nosotros supuso un choque con nuestro ideario. Por más que hayamos leído sobre China en la actualidad, no dejó de sorprendernos encontrar una sociedad consumista que no le interesa su propia historia.
Tal vez no hayamos sido del todo claro en el texto, pero un poco más arriba decimos que ellos no tienen la culpa y tratamos de hacer un muy pero muy breve contextualización histórica explicando a nuestro entender las causas. También hay algo de las expectativas que trae uno consigo.
Somos afortunados que viajamos, que nacimos en contextos mas o menos socialmente favorables. Somos conscientes que no hay dos culturas iguales como no hay dos personas iguales. Siempre repetimos que en la diversidad está la verdadera riqueza. ¡Menos mal que nos somos todos iguales!
Respecto al tercer párrafo, el relativismo cultural que abogas no siempre es aplicable. Y establecer ese límite es muy complicado. Si un sujeto X de un país Z le está propinando una paliza a un niño. ¿Debo acaso interpelar su cultura para entender los motivos de su accionar? ¿Y recién luego de pensarlo bien y de llegar a una conclusión debo reaccionar? ¿Luego tengo que escribir que los hombres del país Z se compartan así por H motivo, tratando de justificar cualquier barbaridad? Pero además, ¿tu relativismo cultural no te permite criticar a una cultura pero si a dos personas determinadas de otro país que poco conocés?
Pero más allá de toda esta discusión vos pensá que los textos son el resultado de un momento determinado. Los chinos son como son por todo lo que pasaron. Y después viajamos nosotros, y vimos muchas cosas que nos gustaron, y otras que no. Tampoco todos los chinos son iguales, ni todos los que están adentro de China se sienten chinos. Nosotros no hicimos más que escribirlo.
Saludos!